Recordando a Martí lejos de mi tierra

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jose marti

Se me ha pedido hablar sobre El Apóstol este 28 de enero, cuando celebramos el aniversario 169 de su nacimiento. Confieso que me pesa la expectativa que otorgan algunos amigos a esta periodista que en los últimos tiempos ha pasado a madre a tiempo completo.

Qué hombre trascendente. Más de un centenario después de su muerte, su ejemplo nos sigue indicando el camino. Qué breve, pero inmensa e intensa su vida. He pensado mucho en qué decirles y siento que lo más genuino es referirme a la experiencia personal de vivir, como Martí vivió, en la condición de emigrante y sobre todo a su ejemplar ejemplo de coherencia. Al ejemplo de no tener que escoger entre su crecimiento personal y su constante amor por Cuba.

Yo no siento que he dejado Cuba. He tenido la suerte de regresar a menudo, hasta el punto de confundir donde radico. El nacimiento de mi hijo ha definido en mí sin dudas la necesidad de que él sintiéndose orgullosamente cubano. Habiendo nacido en Londres, asistiendo a una escuela inglesa-francesa y viajando a Cuba a menudo, ¿de dónde se sentirá parte mi hijo?. Me lo he preguntado a menudo. Comienzo a comprender que se sentirá identificado, en principio, con el lugar de los afectos de sus padres y con la manera, genuina o no, coherente o no, intensa o no en que estos se expresen.

Por eso vuelvo a Martí cuando de sentimientos que inspiran se trata. De Martí hay tanto que aprender. Fue un hombre cuyo crecimiento personal siempre contempló a su patria. En su corta vida tuvo experiencias enriquecedoras. Incluso llegó a ser nombrado en 1890 cónsul de Argentina y Paraguay en Nueva York. Cada una de sus labores, de sus pasiones, de sus logros, lo hizo madurar intelectualmente en función de Cuba.

A pesar de haber sufrido presidio en Cuba debido a las arbitrariedades del gobierno colonial, Martí no permitió que su amor por la isla sufriera mella. Permaneció fiel a sus amigos, centrado en sus principios y objetivos de una vida más digna para los cubanos. Con su experiencia narrada en El Presidio Político en Cuba, sensibilizó aquellos que apoyaban la causa de la independencia en el exilio, ya fueran españoles liberales o exiliados cubanos.

Entre nosotros hoy, hay tantos ejemplos de entrega. De amigos que dedican su tiempo y sus recursos a que nuestra patria avance con éxito. Qué difícil fue la labor de Martí de convencer, de aunar de invocar, de generar y mantener la idea de una nueva guerra, después de tantos sacrificios volcados en la Guerra de los 10 años.

Y así después el día 7 de febrero Martí llego a República Dominicana para reunirse con Máximo Gómez y acordar las bases del inicio de la nueva contienda. En marzo llegan juntos a Cuba, en la clandestinidad. Y el 18 de mayo, cae de su caballo el Apóstol, el inspirador de tantos sentimientos nobles en generaciones de cubanos dignos.

Una vez más, me refiero a su carta inconclusa a un amigo del alma, a Manuel Mercado:

‘Por mí, entiendo que no se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella, y sé como se encienden los corazones, y como se aprovecha para el revuelo incesante y la acometida el estado fogoso y satisfecho de los corazones. Pero en cuanto a formas, caben muchas ideas: y las cosas de hombres, hombres son quienes las hacen. Me conoce. En mí, solo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la revolución. Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad.’
- Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895

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Que el amor a la patria no sea nunca el amor ridículo a su suelo, que sea siempre el motor que nos impulse a dignificar a Cuba. Que otra palabra no salga de nuestros labios. Que las diferencias no nos permitan olvidar quienes somos y que Cuba sea siempre una estrella en nuestra frente.

Que el Apóstol siga renaciendo desde los cubanos cada 28 de enero.

Londres, 28 de enero de 2022
Emma Calderin

Havanatour

Embajada de Cuba en el Reino Unido

Nación y Emigración